29.9.07
Paloma
Un vuelo antojadizo que de a ratos se resguarda en una chimenea. Rasca con el pico el buche, la cola acompaña en subibaja.
El arco oblicuo que dibuja con su vuelo, elipsis perfecta que imprime algo de fe a esta mañana anodina en la que todo es igual a lo que era ayer, y antes de ayer, y aún antes de ese día, igual a nada que valga la pena acá adentro.
El marco de la ventana determina mi mundo al menos por esos siete minutos que dura el cigarrillo. Siete minutos en los que todo lo que me rodea, esta matrix de artificio y pompa, se deshace en tiernos gorgoteos y envidia por las alas que ya no tengo.
Una persona baja por la escalera, saluda y pregunta por qué fumo en el descanso. Le digo que por respeto a la embarazada que se sienta al lado mío. La persona asiente, dice qué buena que sos, y sigue bajando. Ese fue el fin de mi cotidiano instante de contemplación.
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